miércoles, 22 de abril de 2009

ADOLESCENCIA

Recorte de un trabajo de investigación, realizado en la cátedra de Psicología y Cultura del Alumno, dictado por la Prof. Carmen Rosso.
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HIPOTESIS
“Ser joven es tener horizontes y utopías y ser capaz, por ellos, de entregar cada segundo de la vida”
(Miguel Ortega Riquelme)

El adolescente atraviesa desequilibrios e inestabilidades extremas de acuerdo con lo que conocemos de él. En su medio socio-cultural nos muestra períodos de elación, ensimismamiento, alternado con audacia, timidez, incoordinación, urgencia, desinterés o apatía, que se suceden o son concomitantes con conflictos afectivos, crisis religiosas en las que se puede oscilar del ateísmo anárquico al misticismo fervoroso, intelectuaciones y postulaciones filosóficas, ascetismo, conductas sexuales dirigidas hacia el heteroerotismo y hasta la homosexualidad ocasional. Todo esto es lo que Aberastury ha llamado “síndrome normal de la adolescencia”.
La adolescencia es un período de grandes agitaciones intelectuales; ya que los jóvenes viven esta etapa con gran incertidumbre y ansiedad. Así los brotes de emotividad y las crisis internas, acompañadas por los cambios físicos y hormonales propios de la edad, tendrán incidencia en el “rendimiento intelectual”.
Es la edad de las grandes generosidades, de la fe en las grandes ideas: la fraternidad, la democracia, la entrega, el bienestar universal, el sueño de un mundo ideal si hambre ni miseria; la fe, en una palabra.
Con mucha frecuencia, precisamente durante estos años, los adolescentes descubren la lectura y se complacen en goces intelectuales, que a veces marcan ya los hitos de sus gustos de adultos. Es la era de los grandes descubrimientos, de los grandes entusiasmos... La visión se ensancha, el espíritu crítico se agudiza...
El adolescente busca la solución teórica de todos los problemas trascendentes y de aquellos a los que se verá enfrentado a corto plazo: el amor, la libertad, el matrimonio, la paternidad, la educación, la religión...
La necesidad de intelectualizar y fantasear, son formas típicas del pensamiento del adolescente, ya que éste, debe abandonar la solución del “como si” del juego y del aprendizaje, para enfrentar el “sí” y el “no” de la realidad activa que tiene en sus manos; es decir, que debe desprenderse y abandonar su cuerpo infantil, su rol y a los padres de su infancia, esta es la forma que tiene el adolescente para enfrentar la realidad y comprender los cambios y compensar las pérdidas que atraviesa.
Desde el punto de vista de Jean Piaget, vamos a intentar describir la evolución del niño y del adolescente en términos de equilibrio según el desarrollo mental.
Teniendo en cuenta los móviles generales de la conducta y el pensamiento, existen funciones constantes, comunes a todas las edades; en todos los niveles la acción supone siempre un interés que la desencadena, tanto si se trata de una necesidad fisiológica, afectiva o intelectual; en todos los niveles la inteligencia intenta comprender o explicar.
Si lo comparamos con un niño, el adolescente es un individuo que construye sistemas y teorías. Lo que sorprende en el adolescente es su interés por los problemas inactuales, sin relación con las realidades vividas día a día, o que se anticipan, con una ingenuidad que desarma, situaciones futuras del mundo... Lo que sorprende más que nada es su facilidad para elaborar teorías abstractas. Hay algunos que escriben: que crean una filosofía, una política, una estética o lo que se quiera. Otros no escriben, pero hablan. La mayoría incluso no hablan mucho de sus producciones personales y se limitan a rumiarlas de modo íntimo y secreto. Pero todos tienen sistemas y teorías que transforman el mundo de una forma o de otra.
En cuanto a la vida social del adolescente, parece muchas veces completamente asocial y casi asociable. El adolescente medita sin cesar en función de la sociedad. Pero la sociedad que le interesa es la que quiere reformar y no siente más que desprecio y desinterés hacia la sociedad real, que él condena.
El adolescente se siente desconcertado en muchos momentos y sucumbe a la necesidad de encerrarse en sí mismo, llevando a cabo un proceso de interiorización que a su edad constituye un valioso indicio de madurez; podemos decir que si el adolescente se aleja del mundo exterior y se refugia en el mundo interno, es para estar “seguro”; porque en todo crecimiento existe un “impulso hacia lo desconocido y temor a lo desconocido”.
Hay que tener en cuenta que el aislamiento les es vital en muchos momentos, y que sus frecuentes “desapariciones”, que tanto molestan a los mayores, no obedecen a otra causa que a esa necesidad de reflexionar sobre los pensamientos y sentimientos que les están aguijoneando.

CONCLUSIÓN:
Los jóvenes viven la adolescencia con gran incertidumbre y con mucha inquietud; es por este motivo que el adolescente necesita buscar explicación y reflexionar sobre lo que le está preocupando. El deseo de ser “alguien”, de buscar su identidad y de iniciar su programa de vida, de acuerdo con su vocación e intereses, conducirá al adolescente a integrarse al mundo adulto.

Los jóvenes enfrentan hoy, además de su propia inestabilidad, “nuevos temores”, como el miedo de quedar excluidos del sistema social y económico, que les cierra las posibilidades de educación, trabajo y participación social, con situaciones de desempleo, corrupción, violencia y pobreza generalizada y la ausencia de valores en la vida cotidiana.
Además, ante los cambios en la composición de las familias, la crisis socioeconómica, la caída de los ideales, la pérdida de los grupos de pertenencia, en un mundo en que todo es igual, y que tiende a la “globalización”, los jóvenes tienen miedo a perder su identidad, su individualidad y a no poder realizar sus sueños y proyectos de vida; también a no ser aceptados y valorados por sus propias condiciones .
Esta realidad, ha conducido a muchos adolescentes a “vivir el hoy”, a ser felices ya, y eso los lleva al consumo de alcohol, drogas y tabaco, al aumento de enfermedades sexuales, a la violencia, al aturdimiento, el embotamiento, al “No pensar...”
Los padres, docentes y adultos, en general; deben repensar su función:
· En una familia, se debe destacar la función paterna como representante de la ley. (autoridad)
· Con respecto a los docentes, que están inmersos en una institución en crisis - ya que la sociedad está en crisis - deben cumplir con su función, que es la de dar una propuesta pedagógica, es decir, desarrollando capacidades y socializar a los alumnos.
Yo opino, que si bien este adolescente está atravesando un camino dificultoso, de transición al mundo adulto, cuenta con potencialidades físicas y psíquicas, como para enfrentar lo conflictivo de la sociedad actual; y así, podrá modificarla en nuevas construcciones subjetivas sociales.